El mundo del cine es uno de esos espacios mágicos donde cualquiera puede quedarse fascinado observando cómo a través de una pantalla aparece un mundo paralelo. Es a través de este espacio donde hemos podido viajar en el tiempo sin movernos de la butaca, adelantarnos al futuro, a otras galaxias o imaginarnos cómo sería vivir en un mundo completamente diferente gracias a las películas de ficción.
En la gran pantalla vemos el resultado final de un amplio trabajo de grabación, edición, artístico… Así, no es de extrañar que a la hora de dar los premios del mundo del cine se encuentren tantas y tantas categorías porque, la suma de todas ellas, son las que pueden trasladar completamente al espectador a otro momento, a meterse en la piel del personaje, a identificarse con alguno de ellos.
Es en este espacio donde el mundo del vestuario se convierte en uno de los aspectos a cuidar ampliamente. Fijaros que la palabra disfraz está descrita (RAE) como «artificio que se usa para desfigurar algo con el fin de que no sea conocido», lo cual es requisito fundamental para no estar viendo directamente a la persona que se esconde tras el actor, si no que podamos ver al personaje que está dando vida, ubicado en un espacio temporal concreto y exacto.
Si salimos de la gran pantalla y dirigimos la mirada hacia el público, todos habréis podido comprobar -observando a otros o vuestros propios sentimientos- cómo una película puede generar un impacto impresionante en el espectador.
¿Habéis ido alguna vez al cine y os habéis encontrado a personas vestidas con los atuendos de la película o vosotros mismos habéis ido disfrazados? Los disfraces, en este momento, son la forma en la que uno se puede convertir durante un ratito en uno de sus personajes cinematográficos favoritos, y no sólo estamos hablando de las fiestas típicas de disfraces. Uno de los grandes ejemplos de este impacto y la relación del cine con el mundo del disfraz son los estrenos de las películas de Star Wars, donde es habitual que uno se encuentre a Darth Vader, algún Jedi, Padawan, la princesa Leia Organa, los soldados de asalto (Stormtrooper), entre otros.
Esto es una muestra de que es pura retroalimentación entre ambos polos, el cine y el disfraz. Tanto es así, que cada vez hay más empresas y artesanos dedicados al oficio de crear verdaderas réplicas de vestuarios del mundo del cine, no sólo hablamos de los disfraces que se ponen a la venta, también de aquellos amateurs que confeccionan sus propios disfraces para acudir a este tipo de eventos.
Teniendo esto en cuenta, fijaros que el mundo del disfraz se desliga de las festividades como carnaval o halloween, donde el artificio es imprescindible para poder formar parte de tales eventos. El disfraz es mucho más allá que un par de fechas concretas al año y es la posibilidad de meterse en la piel de los personajes favoritos del cine, además de encarnar a personajes del mundo del videojuego o los cómics.
Un paso más allá es el cosplay. Se trata de una subcultura en la que predomina el «costume play», que es interpretar disfrazado de los personajes favoritos del mundo de la cultura (cine, cómic, videojuegos) en los que los roles cambian en función del personaje escogido. El realismo con el que se preparan es impresionante, pues además del vestuario cuidan todo con mucho detalle para conseguir representar lo más verídicamente posible al personaje de ficción.
Otra opción que también está presente es el fursuit, que consiste en la representación de personajes de animales antropomorfos. Podéis encontrar diferentes versiones de este tipo de disfraz, puesto que los hay que únicamente adquieren accesorios (una cola u orejas de gato), a los que adquieren el traje completo y se transforman.